miércoles, 19 de enero de 2011

Hablemos de Velthen

¡Buenas a tod@s! Ahora; ya bastante avanzada la historia; me apetece centrarme un poco en el aprendiz de herrero, el chico que creo que nos va a volver a todos locos siguiéndole el rastro.
El chico prometía desde el mismo resumen del libro, su mención era un tanto "sospechosa".
Hemos pasado de saber que era el chico "lindo" y cotizado del pueblo y un alma con ansías de aventuras. Así mismo, ya nos habíamos interesado en el poco parecido que tenía con sus padres.
No obstante, ahí seguía, en Thondon; frecuentando unos amigos que no eran del agrado de sus señores progenitores.
No por esperado, el momento del encuentro con el huargo blanco fue menos emocionante. Hay algo en esa escena, en ese preciso instante, en el que puedes oler a ese animal... Puedes sentir la creación del vínculo.
Luego, pasamos por ese "terreno de nadie" en el que sólo hay secretos y prohibiciones en el mundo de Velthen. Aún así, se rebela y no pierde el contacto con el mago y el montaraz.
En todo lo que ocurre sigo viendo al mismo chico, no encuentro mutación alguna... Hasta el incendio del pueblo.
¡Uff! Es lo que vendría a englobar de manera más general la sensación que produce esa parte de la historia. Sientes una enorme tristeza porque, aunque el pueblo no fuese la joya de la corona, los reductos de rutina parecen atemporales y eternos a un tiempo. En mi opinión, es el primer cénit del libro. Hay una ruptura total, pues en todo momento se habla de la guerra, pero es en Thondon cuando uno nota la dimensión de lo que ocurre.
A ver, claro que apenan las batallas de enanos, pueblos del norte y elfos... Pero cuando la guerra llega a la gente común...
Después de este hecho, el personaje del aprendiz del herrero muta y empieza a dar más y más que hablar... Pero no os voy a contar todo ya, ¿no?


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